miércoles, 27 de enero de 2010

¿por que no somos felices


La noticia ha recorrido el mundo como un reguero de pólvora: un estudio llevado a cabo recientemente reveló que por primera vez desde los años 70, las mujeres se reportan menos felices que los hombres. De acuerdo con Betsey Stevenson y Justin Wolfers, un matrimonio de investigadores estadounidenses, en 1972 las mujeres eran "muy felices", y les ganaban a los hombres por un margen de cuatro puntos. Hoy, ellas son menos dichosas que ellos.



El estudio, que lleva por título The Paradox of Female Happiness (La paradoja de la felicidad femenina), ha llevado a muchos conservadores ha proponer un regreso a los roles tradicionales masculinos-femeninos. En otras palabras: regresar a la sociedad de los años antes de la liberación femenina, cuando la mujer dependía casi por completo del hombre y era, aparentemente, más feliz.



"Antes de ser ?liberadas', el hombre se hacía cargo del hogar; nos sentíamos protegidas", explica Claudia, de 36 años. "Hoy yo trabajo en mi casa, atiendo a los niños y tengo que salir a la calle a ganarme la vida a la par que mi esposo. Vivo agotada y llena de obligaciones... Entonces, ¿qué gané? ¿El derecho a trabajar el doble?".



UNA CUESTION DE OPORTUNIDADES

Justo a tiempo para el debate, llega un nuevo libro que ayuda a poner el asunto en perspectiva. Se trata de When Everything Changed (Cuando todo cambió), de Gail Collins, quien narra los avances obtenidos por la mujer desde el comienzo de la liberación femenina de los años 70.



En el libro, Collins recuerda cómo era la vida de la mujer promedio antes de su emancipación: "La mayoría de las chicas crecían sin ver jamás a una mujer policía, a una doctora o a una profesora universitaria". Las carreras disponibles para la mujer eran las de azafata, enfermera o maestra de escuela. Ellas no podían aspirar a ser jefas de empresas o dueñas de un negocio.



En los anuncios clasificados era permitido especificar que se solicitaba un hombre para una posición, o dejar claro que si la aplicante era mujer, debía ser joven y atractiva. Para abrir una cuenta de banco, la mujer debía presentar la firma del esposo. Ella no podía vender su casa sin el permiso de su pareja. Y obtener crédito para comprar una propiedad era prácticamente imposible para una mujer sin un hombre que la "representara".



Su única opción, para ser aceptada socialmente, era el matrimonio. Y una vez casada, la idea de separarse de su esposo, aunque este fuera infiel o abusivo, era impensable, ya que su estatus en la sociedad dependía de su estado civil.



No hay que mencionar más ejemplos para comprobar que la vida de la mujer estaba limitada. "Creo que las que sueñan con regresar al pasado, piensan que estarán protegidas por un hombre maravilloso, que llenará todas sus necesidades y fantasías", explica Silvia, una abogada de 42 años. "Pero, ¿qué pasa si, como veo todos los días en mi práctica, te toca un mal hombre, un irresponsable, un abusivo o uno que te abandona cuando no tienes recursos para ganarte la vida por ti misma?".



Ese es el punto fundamental de las mujeres que, a pesar de las responsabilidades que enfrentan día a día, agradecen las oportunidades que les ha traído la época. Para ellas, la clave radica en la libertad de decidir por sí mismas; en tener opciones. Las mujeres de antes se reportaban felices porque no conocían ni tenían acceso a otra realidad. Pero la felicidad, explican las defensoras de la igualdad femenina, no puede basarse en quitarnos oportunidades, sino en saber elegir las que más nos convienen. Y, según los expertos, ahí está la clave de por qué tantas mujeres hoy se reportan infelices.



SABER ESCOGER

"Lo quiero todo". Ese es el grito de guerra de muchas hoy día. La carrera, el hogar, los hijos, el cuerpo perfecto y la vida íntima más estimulante. Algunas no aceptan que, en realidad, la posibilidad de tenerlo "todo" es un mito y una trampa que las deja frustradas y extenuadas. Su infelicidad, señalan los expertos, no surge de tener más opciones, sino de querer abarcarlas todas. Es por eso que deben definir sus prioridades, y tener una visión realista y razonable de lo que pueden lograr. La felicidad de la mujer de hoy no radica en volver al pasado, sino en vivir un presente realista, sin el mito de la supermujer que lo abarca todo.



Las buenas noticias: de acuerdo con Lauren Drell, autora de How Women Can Boost Their Happiness (Cómo las mujeres pueden aumentar su felicidad), "las mujeres no están condenadas a la infelicidad. Con pequeños ajustes pueden lograr grandes cambios en su nivel de satisfacción de vida". Drell se refiere a modificaciones de actitud y de perspectiva, como las que sugiere Marcus Buckingham en su libro Find Your Strongest Life (Encuentra tu fuerza en la vida). Según Buckingham, las mujeres felices se sienten capaces de realizar los cambios que estimen necesarios para mejorar su vida. Por ejemplo: ¿Han abarcado mucho? Entonces toman las medidas para hacer su vida manejable. Saben que pueden ir rectificando el rumbo que llevan día a día. Lejos de sentirse atrapadas en su rol de supermujer, son flexibles. Ellas también respetan sus necesidades y las toman en serio. Saben que para poder darles a los demás, tienen que darse a sí mismas. Esto quiere decir que se nutren de todo aquello que las enriquece y las hace felices, como dedicarse un tiempo para cultivar amistades, superarse en lo personal tomando clases o haciendo ejercicios. Y todos los días se hacen estas tres preguntas:



1 ¿Tengo la oportunidad de hacer lo que quiero y me gusta?

2 ¿Me siento entusiasmada con mi vida?

3 Al final del día, ¿me siento agobiada o satisfecha con lo que hice?

Las respuestas son su "norte" para saber si están bien encaminadas. De ellas depende el giro que darán en el futuro.

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